Tal pareciera que Washington tenía un plazo, una meta para usar su derecho letal al veto, en las sesiones del Consejo: que fueran 32 000 los palestinos asesinados
El Consejo de Seguridad de la ONU –objeto de incredulidad y poca confianza, debido a la abierta arrogancia del Gobierno de Estados Unidos que, con su veto, modifica hasta el contenido de la palabra democracia o derechos humanos– logró el lunes un acuerdo que pide un alto el fuego inmediato en la Franja de Gaza, al menos mientras dure el Ramadán.
Es la cuarta ocasión en que se solicitaba la pausa, de manera que no continuaran muriendo palestinos indefensos, la mayoría niños y mujeres, y que se permitiera la llegada de ayuda internacional, para paliar la hambruna causada por el asedio y los bombardeos de Israel.
Tal pareciera que Washington tenía un plazo, una meta para usar su derecho letal al veto, en las sesiones del Consejo: que fueran 32 000 los palestinos asesinados, de ellos más de 14 000 niños. Rebasada la cifra quizá, entonces, optó por la abstención, la única entre la totalidad de los miembros de ese mecanismo de las Naciones Unidas.
Merece un párrafo aparte esa «abstención», por cuanto expresa claramente que se pretende dar la impresión de «bondad» y «buen oficio», mientras se echa fuego, con armas y dinero, a un genocidio imperdonable.
Sabe la administración yanqui, y también la comunidad internacional, que el día en que se quiera poner fin a la masacre –e incluso frenar la ocupación sionista del territorio palestino–, no hará falta ni una abstención y mucho menos un veto, sino la decisión desde Washington de detener el apoyo logístico al Gobierno de Israel, y obligarlo así a respetar las leyes internacionales y comprometerse a no usar las armas, sino aceptar la existencia de dos Estados: uno palestino y otro israelí.
La Resolución aprobada este lunes en la ONU fue presentada por los diez miembros no permanentes del Consejo, entre los que hay países africanos, asiáticos, europeos y latinoamericanos, lo que da una idea de la percepción mundial de la urgencia para acabar con los bombardeos y la matanza de palestinos.
Aunque pareciera pedir demasiado, sería necesaria una explicación por parte de Estados Unidos del porqué de su abstención, cuando todos los demás miembros del Consejo de Seguridad votaron a favor del cese el fuego.
También debía la potencia del Norte sustituir la arrogancia de considerarse policía del mundo, y dejar de abogar por que otros cumplan con lo que ellos vetan.
Por su parte, el premier israelí, Benjamín Netanyahu, en un arrebato, manifestó su desacuerdo con la Resolución, y «castigó» a Estados Unidos, suspendiendo el envío a Washington de sus dos principales asesores, Ron Dermer y Tzachi Hanegbi, un viaje que estaba previsto para este martes.
Netanyahu expresó que la decisión de Estados Unidos de no vetar la Resolución en el Consejo de Seguridad perjudica las actividades militares de Israel, y es un «claro retroceso respecto a la posición coherente de Washington».
El Consejo de Seguridad aprobó la Resolución. ¿Y ahora, qué vendrá?
Tomado de Períodico Granma